lunes, 20 de septiembre de 2010

Prefacio para En el programa de la Internacional (Por Martín Moreno)

En la actualidad nos enfrentamos a la conocida como Gran Recesión, una de las crisis más profundas y largas del sistema capitalista. El verdadero rostro del capitalismo, el horror sin fin en todo el mundo va quedando al descubierto. Los quince años de crecimiento económico vividos en los países capitalistas avanzados parecen un sueño. De forma súbita, todo ha devenido en su contrario, mostrando el verdadero rostro y los intereses de los capitalistas, apagados los fuegos de artificio.

Vivimos la aplicación del programa del capitalismo. Para hacerle frente, necesitamos abrir el debate sobre los puntos concretos de un programa alternativo al sistema capitalista, un programa auténticamente socialista. En torno al programa se forja una unidad obrera y la acción ofensiva. No hay espacio para el pesimismo o el derrotismo. El movimiento se demuestra andando. Un programa común, miles de banderas, una Internacional, tal es la dialéctica necesaria de la transformación de la sociedad en nuestros días.



Un programa nunca puede ser un absoluto, es una aproximación, abierto al debate democrático, ampliado de forma permanente, con una idea fuerza: la unidad en la acción.



Uno de los objetivos de un programa revolucionario es construir unidad y organización. Da repaso a las demandas históricas pendientes de nuestra clase, y en este devenir incluye las nuevas demandas que los tiempos sitúan en el orden del día revolucionario.



El derrumbe de los estados obreros degenerados bajo control burocrático en la antigua URSS y Europa del Este, junto al proceso de retorno al capitalismo en China propició en la década de los 90 del siglo XX y en la primera década del siglo XXI un fenómeno en los países capitalistas avanzados caracterizado por un retroceso ideológico, confusión y perplejidad en la izquierda que no tenia claridad acerca del estalinismo, que no había extraido las lecciones, y que por tanto se hallaba sumida su dirección en un proceso de adaptación a la situación nacional propia. El internacionalismo proletario, las tradiciones combativas de lucha, la movilización como método de acción sufren un retroceso severo durante este periodo. La socialdemocracia es dejada con las manos libres para aparecer a los ojos de las masas como supuesta “verdad” de que la revolución social no es necesaria. Es el espejismo del triunfo de la reforma, el supuesto segundo entierro, esta vez teórico de Rosa Luxemburgo, defensora de la Revolución Socialista. El mundo unipolar, el fin de la historia, el pensamiento único es la propaganda de clase dominante que es bombardeada constantemente por los mass media. Ante ella, la izquierda revolucionaria cuenta con pocas fuerzas, dispersas, poco enraizadas en la clase y con un discurso que muy pocas veces logra conectar con los trabajadores. Se trata de un lenguaje de iniciados y de unas actividades de capilla que no logran frenar el huracán de la propaganda burguesa. Una parte de los dirigentes de los ex partidos comunistas, y sus diferentes agrupamientos, caen en el parlamentarismo, la mera “presión” verbal y un discurso pesimista de “no se puede hacer más, la clase no responde”. Un periodo que podemos ubicar, con sus alzas y retrocesos, desde 1995 a 2010 en buena parte de Europa, principalmente. La Gran Recesión, crisis económica iniciada en 2008, y sus efectos en la conciencia, que en realidad apenas empezamos a percibir, están produciendo cambios decisivos en el proceso de toma de conciencia de las masas, dialécticamente fluctuando entre el miedo y el enojo, a la vez que acelerándolo, no en forma mecánica. Un obstáculo a vencer en la situación es todavía el miedo a movilizarse de muchos trabajadores por temor a perder su puesto de trabajo.



Las seis huelgas generales en Grecia, las que se han producido en Francia, este mismo 7 de septiembre, las demostraciones de masas en Letonia, Lituania, las combativas huelgas en Rumanía, los millones de manifestantes en Italia, las movilizaciones históricas en Lisboa y resto de Portugal, en México, en South Africa, en Honduras....son señal inequívoca de que los tiempos han cambiado. Estamos, ahora sí, en una nueva fase de la lucha de clases, en una nueva etapa histórica, un nuevo periodo. Todos los análisis anteriores eran meras anticipaciones.



Otros materiales habrán de abordar a fondo la historia y el hilo continuador ininterrumpido que va de la I Internacional a este momento histórico, albor hacia la construcción de la V Internacional, sea cual sea la denominación con la que posteriormente pase a la Historia. Será sólo el reflejo necesario del factor subjetivo mundial, que una en la teoría por medio del debate internacionalista y en la praxis por medio de la acción conjunta, rompiendo en la lucha las fronteras nacionales, golpeando juntos el mismo día a la misma hora, como unión de hermanos proletarios. La unidad desde abajo en torno al programa y la unidad en la acción de las organizaciones de izquierda revolucionaria es imprescindible para enfrentar al capitalismo en su fase de imperialismo militar y financiero, de invasiones en Irak y Afganistán, Plan Colombia, Plan Mérida, desembarco en Costa Rica, golpe de estado en Honduras......La militarización en sí del planeta, los marines por todo el mundo como nuevos emulos de las legiones romanas, no muestra su fortaleza sino su debilidad. Todo Imperio se siente eterno, todo sistema social dominante se percibe atemporal. Todos acaban por fenecer.



En oposición, la fuerza de nuestra clase en la unidad creciente, es superior a la imagen que se refleja en nuestras mentes. El cerebro tiende a ser conservador. El 29 de septiembre de este 2010 ayudará a la comprensión y mayor claridad, consciencia sobre el proceso, con una movilización mundial sin precedentes en forma de Huelgas Generales, demostraciones, paros, jornada de acción continental como en Europa, formas todas ellas y expresiones a su vez de lo que denominamos Huelga General Mundial.



Estudiar la realidad, trabajar por la unidad, intervenir en las organizaciones de masas políticas, sindicales, urbano populares, culturales donde se expresa nuestra clase son tareas inexcusables para un revolucionario, provenga de la tradición socialista, comunista, anarquista o trotskista.



Huyendo de la rutina, y de la esquematización, de la fosilización de las ideas, debido en buena parte a su no suficiente puesta a prueba en la arena real de los acontecimientos y las luchas, sin posibilidad por tanto de ratificar o rectificar, lograremos ir construyendo el poder popular desde abajo en todas las organizaciones y en todas esas formas de organización socialmente caduca, a extinguir, que representan los estados-nación.



Estados Unidos, el poder imperialista más poderoso que ha conocido la historia de la humanidad, tanto en términos económicos como militares, busca no extender su hegemonía sino mantenerla, pues el mundo que les importa a los imperialistas, no un atolón del Pacífico, digamos, ya se encuentra repartido. Mueve posiciones para cercar el Sudeste Asiático, a China, Rusia y La India, sin ver que con todo su poder en términos cuantitativos y militares, el principio de su fin. Su mayor enemigo se encuentra al interior de sus fronteras y en la más inmediata de sus vecindades: el México siempre revolucionario: La poderosa clase obrera USA, dentro de la cual la minoría latina, y especialmente de origen mexicano crece a ritmo elevadisimo, como si pretendiera recuperar por otros métodos lo que perdiera Santa Anna. Marx lo profirió con maestría: el capitalismo engendra a sus propios sepultureros.

Estados Unidos no puede lograr un sola victoria militar desde Corea y Vietnam. Toda aventura militar que emprende no es mas que un nuevo Vietnam. En 2002, en Venezuela, el pueblo organizado derrotó por primera vez en la Historia reciente un golpe de estado entre bastidores de EU, con el apoyo de la Unión Europea, en un hecho sin precedentes en América Latina. Lejos de victorias, el imperialismo enfrenta la oposición organizada a nivel regional, como el UNASUR, el ALBA y la unión defensiva de varios ejércitos de países de América del Sur, que podría parecer una idea impensable hace apenas una década o menos tiempo. Todos los movimiento tácticos del imperialismo recientes desde el golpe de estado en Honduras, las bases en Colombia y Panamá, Costa Rica como nuevo portaaviones en la zona, buscan frenar la expansión de la revolución bolivariana, ese sueño de Bolívar de una América Latina unida desde el Rio Bravo a la Tierra del Fuego y las estaciones latinoamericanas, chilenas y argentinas, de la Antártida, lo que representaría el ocaso de la Doctrina Monroe. Podemos estar asistiendo al principio del fin de la concepción de América Latina como un patio trasero del imperialismo USA, que tan querida le es a ciertos académicos estadounidenses y cipayos latinoamericanos. Los fraudes en México, en Perú, el simulacro electoral en Colombia, el desembarco de marines en Haití aprovechando la circunstancia trágica del terremoto son parte de la agenda por la hegemonía del imperialismo y un vano intento de frenar el proceso de ascenso y extensión de la revolución en todo el continente.

El capitalismo pretende aprovechar la crisis para un nuevo proceso de acumulación de capitales. Eso significa conquista directa por medios militares de territorios ricos en energéticos, minerales, materias primas, desde la Amazonia del Brasil, a las montañas y llanuras de Afganistán, las tierras de Irán, o naciones africanas. Nada de esto puede evitar la crisis de sobreproducción, expresada actualmente como una crisis de sobrecapacidad. Sus efectos inmediatos, visibles cada vez más en formas mas crudas e inhumanas, son más pobreza y extrema pobreza, más desempleo, más flujos migratorios por supervivencia, mas violencia, más tendencia a la concentración del capital si la revolución no pone remedio, mas proletarización de la clase media y más pobretización de la clase obrera, peligro de capas de la clase cayendo en la lumpenización ante la debacle social, con altos niveles de descomposición corrupción y violencia del sistema capitalista. La unidad de los trabajadores del mundo es un proceso socialmente necesario en relación directa a los derechos arrebatados a los trabajadores por las contrareformas y privatizaciones capitalistas. Hoy está más viva que nunca la proclama de “Proletarios de todos los países, unánse”.

No podemos perder de vista el objetivo central: la Revolución Socialista Mundial. Ni la acción necesaria: la unidad de los trabajadores. Ni olvidar el método: exponer nuestros postulados políticos, sin escindirnos a cada momento por la falta de una coma en el texto, o expulsar a los ya expulsados anteriormente, en el colmo del absurdo, movernos en los terrenos de la enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo, en palabras de Lenin

Es necesario evitar que los árboles no nos dejen ver el bosque, tener sentido de la proporción, paciencia histórica, y también sentido del humor.

Es un deber analizar y dar su papel muy importante, en particular en América Latina, a los movimientos sociales revolucionarios. En sí, algunos partidos que representan a la izquierda latinoamericana, en realidad son más partidos-movimiento, que formas organizativas tradicionales como se ve en los partidos de la izquierda en Europa. En todo caso una V Internacional, como un elemento nuevo en la situación en relación a sus antecesoras, debe darle el papel justo que merecen a los movimientos sociales, y por tanto poder formar parte de sus filas, más allá de un Internacional estrictamente sólo de partidos políticos. El mismo razonamiento contiene validez en relación a las formaciones sindicales organizadas de clase.

La Comuna, como poder, es la forma de estructura que contiene el poder popular como expresión organizativa de los deseos del pueblo trabajador. El doble poder puede adquirir otras formas organizativas y de coordinación como demostró la mexicana Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), durante la insurrección local de 2006 en los acontecimientos de la Comuna de Oaxaca. Hoy, Venezuela avanza en el poder popular, estableciendo la estructura comunal del poder popular.
Vivimos un nuevo periodo con elementos revolucionarios, con un ritmo más avanzado y desarrollado en AL, aunque desigual y contradictorio, en forma dialéctica, como no podía ser de otra manera; y su epicentro en Venezuela y AL. Mientras en Europa se habla apenas de Huelga General, en América Latina se discute de Revolución, proceso en marcha en Venezuela. Ningún país del mundo, salvo Cuba,Venezuela,y países con gobiernos revolucionarios, quedan fuera del proceso de huelgas generales. La lucha de clases “pacifica” y lenta del pasado se transforma en convulsa y más veloz guerra de clases. Nuevas luchas se producen, surgen nuevos gobiernos populares. Con ello se enriquece la experiencia práctica, y por ende se nutre la teoría de nuevos desarrollos, a los que desde América Latina se está aportando de forma destacada. Al fin y al cabo, el marxismo es una teoría viva, en desarrollo, no la repetición esquemática de citas o o la simple analogía con otros momentos históricos.

La V internacional ha de pretender la unidad bajo la bandera y el programa del socialismo,la unidad de los trabajadores y del pueblo explotado y oprimido. Si el capitalismo es internacional, cuenta con sus organizaciones y brazos internacionales, tanto financieros, políticos, militares la lucha y el nivel de organización de los trabajadores también tiene que tener una dimensión internacional. Ni una lucha aislada más, ni una lucha general que se quede en las fronteras nacionales urdidas por el capitalismo es un objetivo a lograr.

Las organizaciones de los trabajadores no están en crisis. Lo están, en todo caso,sus dirigentes, sus perspectivas, sus métodos de acción y en ocasiones, su programa. Esta idea fundamental debe ser comprendida, del mismo modo que los trabajadores en el cartismo de inicios de la Revolución industrial, destruían erróneamente las maquinas, demostrando el atraso de su comprensión política, en vez de tomar el control obrero de la maquina y de su producción, ocupando las fábricas.

Los que no cejamos en el empeño de la construcción de una V internacional, contra la conspiración de silencio de los mass media y la propaganda contrarrevolucionaria, reaccionaria, de los medios al servicio de la burguesía, proclamamos la necesidad del uso intensivo de todos los medios para romper el cerco mediático, en particular, el uso intensivo de Internet, la mensajería, las redes sociales como Facebook, radios y TV o­n line y agencias de noticias alternativas ¡Un hombre, una mujer, una conexión! Si millones de revolucionarios de todo el mundo, la gran mayoría podemos contamos con acceso a la Red la única solución que le quedaría al sistema capitalista para censurar es cerrarlo. Y con tal cyberfuerza conectada se estaría en posibilidades de sustituir Facebook por una Redbook o Messenger por un RedMessenger.....

Siempre se trata más de ser consecuente que original. El sujeto revolucionario sigue siendo la clase trabajadora, que es mayoritaria en los puestos de trabajo y en la sociedad,con ropa de trabajo azul o con camisa blanca, con un arado o el monitor de una computadora, con un uniforme de McDonald's o el teléfono de un call center en la mano.

Es deber de toda Internacional revolucionaria llamar a todos los trabajadores y jóvenes del mundo a luchar por la trasformación de las organizaciones donde se expresa la clase obrera. A luchar por el programa de la Revolución contra el Programa de la Reforma; a que sea predominante la movilización y no la negociación; a que se sustituya los opresivos regímenes internos de “pensamiento único”, bajo la pueril excusa de la seguridad o de la homogeinización, por el debate libre, democrático, critico y amplio sin temor a ser difamado, tergiversado, excluido o expulsado, sin que ante la falta de argumentos se recurra a medidas administrativas, reflejo de la impotencia teórica. El fin no justifica los medios. En los medios usados debe reflejarse la esencia del fin. Basta ya de infantilismo político en la izquierda revolucionaria. ¡Es la hora de la lucha unitaria en todo el mundo!