sábado, 7 de abril de 2012

Rosa Luxemburgo, hoy. Sobre la deriva reformista de las organizaciones obreras

A menudo se ha insistido en la idea de que el principal problema de la izquierda en Europa es que los partidos tradicionales de izquierdas, llámense partidos socialistas, comunistas o bien de otra forma tras la extinción de sus siglas originales y sus símbolos más revolucionarios —señal visible de la pérdida del contenido de clase de su programa— han encallado en el reformismo al perder la confianza en la clase obrera y en la posibilidad de la transformación socialista de la sociedad. 

Actualmente tenemos por un lado a las organizaciones provenientes de la II Internacional, y por el otro a las que se sumaron a la III Internacional o partieron de ella. La II Internacional, fundada por Engels en base a un programa genuinamente marxista, sufrió la degeneración del reformismo y el revisionismo en sus filas, surgiendo la III Internacional de los elementos que aún mantenían viva la llama del marxismo. No obstante, sería una burda generalización afirmar que los grupos y organizaciones más revolucionarios se sumaron a la III Internacional, quedándose de este modo los más reformistas en la II.

En el primer congreso de la III Internacional, grupos y organizaciones centristas, ante el hecho de que la Internacional Comunista se había ganado las simpatías de la inmensa mayoría de los trabajadores de todo el mundo, aun cuando la única organización de masas real era el partido comunista ruso, intentaron adherirse a la “Komintern” a la vez que esperaban mantener una autonomía suficiente que les permitiera continuar su política. Así pues, ante la entrada de elementos ajenos al marxismo, la III Internacional intentó ponerles freno con la instauración de una lista de veintiuna condiciones quizás demasiado rigurosas, pues numerosas organizaciones, a pesar de que muchos de sus dirigentes y militantes continuaban sintiéndose marxistas, no adoptaron por múltiples motivos. Posteriormente, con la degeneración del estalinismo, grupos, corrientes y partidos de la II Internacional llegaron incluso a superar a la III Internacional en cuanto a ideas, prácticas y métodos marxistas. 

La degeneración de la komintern supuso que todos los partidos dependientes de ella o situados en su entorno de influencia abandonaran, en la práctica, los principios marxistas y revolucionarios más elementales, aunque hay que decir en pro de sus bases que en un principio este hecho no era evidente para la mayoría de trabajadores y activistas que militaban en sus filas. Por lo tanto, sólo era cuestión de tiempo que ambas internacionales acabaran, en lo que concierne a sus direcciones, confluyendo en un camino que no visibilizaba ya la revolución. Una vez que la mayoría de la izquierda oficial ha aceptado la lógica del sistema capitalista, ya no tiene nada más que ofrecer al pueblo. El reformismo es un callejón sin salida, puesto que al negarse a tocar las bases del actual sistema, no puede resolver las desigualdades, injusticias dramas y calamidades que genera el capitalismo. 

La incapacidad para aportar soluciones concretas a problemas reales ha llevado a la izquierda a ofrecer en bandeja de plata a parte de su electorado y la primacía del discurso de la solución de los problemas a la derecha más rancia y reaccionaria, puesto que allí donde no llega la verdad de la izquierda, llegan la razones de la derecha.

El aspecto más dramático y paradójico de este asunto es que la propia izquierda es quien oculta esa verdad, que no es otra que la que explica que vivimos en un sistema que necesita de la explotación, el sufrimiento y la miseria de la mayoría para el beneficio y el enriquecimiento de una minoría. En cambio, los dirigentes reformistas lo único que pueden hacer es aplicar medidas de maquillaje que no conducen a nada, (y eso sólo en épocas de crecimiento económico) el siguiente paso de estos dirigentes, por otro lado lógico en tales circunstancias en las que no se ve la posibiliad de mejorar al vida de la mayoría de la sociedad , es simplemente medrar en la política para ocupar un escaño o un cargo que les haga la vida más fácil, cosa que el propio sistema tenderá a facilitar para, a la vez, retroalimentar el proceso de desidelogización.

 Llegados a este punto, cabe preguntarse, ¿Cómo se produce la transformación de una organización revolucionaria en una reformista sin que en principio, se note demasiado la diferencia como para que se produzca una gran convulsión en el seno de la militancia? Pues bien, los que han vivido el periodo conocido como" la Transición" en el estado español, han conocido en el PCE a un Santiago Carrillo que  hablaba de lucha de clases y de "democracia obrera" (Término que en España, cuando Carrillo era líder de las Juventudes Socialistas Unificadas, tan sólo utilizaba el POUM y que acuñó Rosa Luxemburgo por aquello de la utilización descontextiualizada que habían hecho reformistas y burgueses del término "dictadura del proletariado") y han oído a Felipe González hablar de marxismo y reconocerle todas las virtudes. Es aquí donde creo interesante aportar éste extracto de la introducción de la obra "Reforma o Revolución" de Rosa Luxemburgo, donde nos relata cómo se inicia la deriva ideológica de las organizaciones obreras y comienzan éstas a renunciar a la transformación de la sociedad hasta acabar siendo meras gestoras del sistema. 

"Reforma o Revolución" se publicó íntegro en 1900 como respuesta las teorías de Bernstein, el cual, sin negar el objetivo revolucionario de la socialdemocracia, negaba la creciente agudeza de las contradicciones del capitalismo, no creía que el capitalismo llevara en su seno el germen de su destrucción y defendía que mediante reformas, se podía alcanzar el socialismo. Hoy, cuando vemos que el capitalismo, en la práctica, ya no permite reformas y que los capitalistas, para incrementar sus beneficios a corto plazo y agudizando las contradicciones del sistema, no pueden hacer más que arruinar a una clase trabajadora que se alza por toda Europa con consignas antisistema, esta obra de Rosa Luxemburgo, igual que las de Marx, Engels, Lenin y Trotsky... recobra toda la actualidad:   

             "(...) todo movimiento nuevo, cuando empieza a formular su teoría y política, parte de apoyarse en el movimiento precedente, aunque se encuentre en contradicción directa con el mismo. Comienza adaptándose a las formas que tiene más a mano y hablando el idioma utilizado hasta entonces. A su tiempo, el nuevo grano sale de la vieja vaina. El nuevo movimiento encuentra sus propias formas y lenguaje.Esperar que una oposición al socialismo científico exprese desde el comienzo con toda claridad, íntegramente y hasta sus últimas consecuencias su verdadero contenido;esperar que niegue abierta y categóricamente el fundamento teórico de la socialdemocracia: esto equivale a subestimar el poder del socialismo científico. Quien desee hacerse pasar por socialista y, a la vez, declarar la guerra contra la doctrina marxista, el producto más extraordinario de la mente humana de este siglo, debe partir de una estima involuntaria por Marx. Debe reconocerse discípulo suyo, buscando en las enseñanzas de Marx los puntos de apoyo para lanzar un ataque contra éste, a la vez que califica a su ataque de desarrollo de la doctrina marxista(...)" Rosa Luxemburg. [Reforma o Revolución, 1900]

http://www.marxists.org/espanol/luxem/01Reformaorevolucion_0.pdf

Daniel Guerra


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